jueves, 8 de diciembre de 2011

Y el portazo


Sonó como un aullido,
como el choque de lágrimas y mejillas,
como la bofetada de una madre a su hijo,
como el quiebre de un corazón perdido.
Empujó el viento a mis pupilas,
y ensordeció mi conciencia.
¿Escuché maledicencias?
de muchos culpables,
y muchas doncellas.
La melancolía me volvía detallista,
la soledad me convirtió en enamoradiza,
y la amargura me alejó del preludio,
que yo misma acababa de iniciar.
¿Por qué?, me pregunto.
Y es que,
aún no creo,
haber encontrado mi identidad.
Con el golpe de la puerta,
mi respuesta,
sigue siendo la interrogante,
dispuesta a no dejar de preguntarme.
¿Esta vez, fue fuerte el portazo?

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